Que tristeza más profunda...
- Gerardo Colón
- 10 feb 2017
- 2 Min. de lectura
Estamos arrastrados por la rutina del quehacer humano a tal grado que la dedicación y la lealtad hacia la misma se han convertido en algo aplaudible por la Sociedad. Son innumerables los reconocimientos en las diferentes facetas que ocurren a diario y recibimos las invitaciones a emularlos. De hecho, queremos inclusive perpetuar dichas dedicaciones y lealtades a nuestros hijos, sobrinos, ahijados y conocidos, etc. por entender que se deben imitar e incorporar a nuestro código de actitudes personales porque “tendremos éxito”.
Ahora bien, de esto ser un hecho positivo debemos observarlo más allá de un logro o admiración. Quiero referirme que en esas actividades mundanas con tales dedicación y lealtad hay que ponerlos en la sala de la comprensión superior y preguntarnos, ¿qué logro con todo ello?, ¿hacia dónde me llevan?, ¿a la autorrealización con mi Real Ser?
Apreciado lector, no nos olvidemos que el dilatarnos o posponer la fusión con nuestro Real Ser se estaría cometiendo el atropello más significativo que pueda existir de cualquier persona. Por lo tanto, el enfoque debe ser dirigido hacia nuestro Real Ser y no a la dedicación y lealtad de asuntos mundanos como el empleo, la familia, amistades, el vehículo, el prestigio, status social, etc. Debemos decir que ese es el peor error, olvidarnos de nosotros mismos y de nuestra evolución.
Hay quien podría pensar que tal dedicación y lealtad es digna; por ejemplo, hacia nuestros hijos, lo cual si lo es partiendo de la responsabilidad del rol. Pero esto no puede ser el fin primordial ya que nos estaríamos engañando y olvidándonos de nosotros mismos. Esto equivale a poner en segundo, tercer o quizás, cuando sobre tiempo. La prioridad principal es la autorrealización y punto, no hay mayor prioridad que esta. Que en el caminar todo nuestro esfuerzo, dedicación y lealtades sea a la unión con mi Real Ser y los demás asuntos estarán dentro ese plan divinal con la integridad, importancia y equilibrio que merecen.
Que tristeza más profunda y vacío existencial experimentarán todo aquel que altere dicho orden divinal. Teorizar las enseñanzas solo los llevará a intelectualizar negativamente y dejarán atrás vuestra evolución, que les tomará tanta demora como el deseo ferviente de fusionarse con Dios.
Concentremos todo nuestro esfuerzo en dicha prioridad, la fusión, para mantenernos en esa ola de vibraciones que nos harán más que responsables, sino seres altamente conscientes y con alto grado de altruismo superior que trasciende cualquier buena intensión humanamente hablando.
Jamás de los jamases, las mejores intenciones humanas estarán por encima de los intereses divinales de nuestro Real Ser, porque estas serán un reflejo del orden divinal, de la evolución cósmica, de la comprensión superior más allá de este plano. Entreguemos nuestro libre albedrío y recibiremos una lluvia de luz desde el mismo centro de la Creación conjuntamente con la Evolución y su continuidad.
Gerardo Colón Belgodere
Discípulo del V.M. Rafiel
Dirigente del Centro Atómico de la Sabiduría del V.M. Rafiel

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