Podríamos decir que juzgar a otros desde...
- Zannia Cruz
- 30 mar 2017
- 4 Min. de lectura
Anteriormente plasmé un escrito en el que me expreso sobre ese famoso concepto que llevamos cosido en nuestra piel como un parche eterno, me refiero a esa famosa frase de, "yo soy". Continuando esa línea puedo decir que ese emblema que nos ponemos o que incluso permitimos que nos pongan, en definitiva, afecta nuestra visión de nosotros mismos y desafortunadamente de los demás. El “yo soy” influencia en como vemos a las demás personas provocando así el que juzguemos desde nuestra perspectiva, desde quienes consideramos que somos.
Podemos analizar que aquella persona que se considera a sí misma ser mejor que otro comúnmente mira a los demás por encima del hombro con todo su ego de superioridad. He aquí que juzga como poca cosa o chusma a todo el que considera que no se encuentra a su nivel, ya sea por la vestimenta que trae, su forma de expresarse tal vez no tan educada o su precedencia humilde. Todo esto simplemente por ese pensar de “yo soy más que tú y mejor que tú”. Entonces, ¿quién les descose de la piel ese emblema a estas personas? Ese concepto “yo soy” ya es demasiado real para ellos.
Podríamos decir que juzgar a otros desde quienes nos consideramos que somos y desde como entendemos que debe de ser las cosas, es uno de los defectos humanos más comunes. Si ven a una pareja donde la mujer se encuentra montada en un caballo y el hombre caminando dicen, “pobre hombre y la mujer tan cómoda”, si el hombre está sobre el caballo y la mujer caminando dicen, “que hombre más abusador”, si ambos están sobre el caballo dicen, “pobre caballo”, si ambos caminan se preguntan, ¿por qué no usan el caballo?
Entonces, sin importar lo que se haga siempre existirá aquella persona que tiene algo que decir, siempre juzgando.
Todo aquello que la persona conoce que no haría porque, “yo soy” de tal forma o no soy de esa forma, cuando observa a otro hacerlo o no hacerlo ya está mal según su comprensión. Un ejemplo puede ser, si “yo soy” una persona tranquila, todos los alborotosos están mal, pero sin embargo los que son alborotosos ven a los tranquilos como que están mal, que son gente aburrida y amargada. Entonces, observan desde su perspectiva, desde ese concepto cerrado y sumamente erróneo al que decidieron aferrarse.
Siendo así la situación humana es comprensible decir que es tan común en la sociedad el juzgar que no importa lo que hagas, digas o como pienses alguien lo encontrará mal como explicamos anteriormente. Este tipo de persona ya se puso su sello de juzgador, ese sello que dice, “yo soy quien tiene que comentar negativamente de todo lo que veo”. Así se pasan los años y años de su vida sin tener algo positivo que decir sobre algo o sobre alguien simplemente porque “yo soy así”. Se amargan la vida y la de todo el que se le cruce por delante.
Definitivamente este concepto nos contamina la vida y nuestro entorno, nos corroe el interior y nos mantiene actuando desde una gran mentira que nos susurra al oído que somos así y punto, no hay nada más que hacer. Jamás lograremos descubrir nuestra realidad interna mientras permitamos que ese absurdo concepto nos controle, echando raíces y aumentando la fuerza de nuestro ego para que se manifieste cada vez más agresivamente. O sea, es como alimentar a un demonio que mora en lo más oscuro de nuestro interior profundo.
El “yo soy” continúa y continúa creciendo raíces en nuestro interior hasta el punto en el que ya no conocemos quienes somos en realidad, nos perdemos en toda esa confusión que ha creado. En un momento difícil de una pobre economía podemos crear una pobreza “mental” y esa persona ya es la que somos, pero cuando las cosas se ponen mejor, ¿entonces qué? Si ya se es esa persona pobre, ¿qué va a hacer? Ahora es una persona pobre y una persona rica, o sea, posee mucho dinero, pero en su pensamiento aun es pobre, entonces, ¿en dónde quedó su realidad?, ¿quién es usted?
Por otra parte, una de las formas de este triste concepto humano trabajar es influenciando nuestro sentido de la vista seguido inmediatamente de nuestro pensamiento. Un ejemplo puede ser aquel emblema que aún existe en nuestra época actual y al que le llamamos racismo. Aquella persona que se repitió tanto a si misma que es racista o lo heredó de su familia y terminó cosiendo en su piel ese emblema tan negativo, ya da por hecho que esa es la persona que es; independientemente de las razones que impulso dicho pensar. Criticará, juzgará y hasta odiará a todo aquel que se le presente con un color de tés diferente. Este concepto, este emblema que lleva la persona se encuentra tan incrustado que por ninguna razón y en ningún momento se detiene a analizar por qué o de donde nació dicho pensamiento y comportamiento tan negativo.
Desafortunadamente casos como estos van acumulando una gran carga energética ya que se pasan existencias tras existencias cometiendo errores en contra de aquellos diferentes a ellos y van acumulando sus deudas kármicas. Poco conocen, que esto se convierte en un triste círculo existencial sin fin, pagando dichas agresiones una y otra vez hasta que logren romper con su conducta dañina; todo ese sufrimiento existencial solo por un concepto que creo el ser humano.
Debemos comprender que los conceptos de toda índole son muy dañinos para nuestro avance en el camino, así como los traumas y complejos que arrastramos por la vida, desafortunadamente en muchas ocasiones sin notar que lo hacemos. Cuando llevamos defectos como estos y muchos más en nuestro interior el ego se da a la tarea de hacernos pensar que realmente nos molesta tal cosa de alguien o de un tipo de persona en específico cuando realmente eso que nos molesta tanto de otros es tan solo un reflejo de nosotros mismos. Ver nuestro propio interior reflejado ciertamente es muy molesto para muchas personas.
Tal vez se encuentre pensando que no le agradan las personas que husmean y que usted no es así, pero como también mencionamos siempre, nosotros los humanos no conocemos nuestro interior, somos un misterio para nosotros mismos. Entonces, puede ocurrir que usted sí sea así a menor escala, pero se encuentra tan acostumbrado o acostumbrada a eso que ni cuenta se da, no lo ve; piensa “yo no soy así”. En su propia inconciencia y tal vez muy al fondo, si lo es.
Zannia Cruz
Discípula del V.M. Rafiel
Dirigente del Centro Atómico de la Sabiduría del V.M. Rafiel

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