¿Somos los únicos en este universo?...
- María del C. Marrero
- 20 abr 2017
- 3 Min. de lectura
¿Somos los únicos en este universo?
Toda nuestra vida comienza con el aprendizaje de nuestros padres, el ambiente, la familia, amigos escuela, etc., todo basado en lo que los demás han vivido, ¿y qué tal que no sea lo real?
Al dormir vivimos otras realidades que le llamamos “sueño” y por tal razón lo desvalidamos, porque en nuestra mente acostumbrada y dirigida no creemos en otras posibilidades. ¿Qué tal que la persona que tienes al lado, ya sea amigo o vecino es un ser de otro espacio tiempo?
Nuestra visión acostumbrada solo razona por lo que sabe y se limita por temor. Damos por echo que lo tangible es lo único real. Entonces, ¿el aire lo puede ver?, solo a través de la manifestación del movimiento, así como el sentido, sabemos que es, no lo puedes tocar o guardar, enviar o empujar, por tanto, el argumento de real y tangible en este caso podríamos decir que no es válido, no deja de ser por no poder tocarlo. El aire es un conglomerado de moléculas que viajan por todo el planeta, lo sabemos porque respiramos. Por tal razón sería irracional desvalidar toda posibilidad de existencia de otras formas de vida en el aire y en otros ambientes que convivan con nosotros llevando una vida parecida a la nuestra. Nosotros sabemos que todo evoluciona por tanto debemos permitirnos hacer cambios mentales acostumbrados para romper con todos los paradigmas de viejas enseñanzas carentes de nuevas aperturas a lo desconocido.
La realidad es que junto a nosotros viven seres que van en evolución en otros espacios tiempos que convergen con nuestra “realidad” y a su vez se sorprenden de nuestra retrasada y recalcitrante vivencia.
Podemos desacostumbrarnos de todo lo aprendido abriéndonos sin temor ni limitaciones, cambiando la perspectiva de todo lo que vemos, escuchamos, sentimos y tocamos permitiendo una gama de posibilidades reales, nuestro mejor maestro es la misma naturaleza.
Si se abriera un espacio momentáneo de convergencia en tiempo, nos asustaría ver pasar un “extraño” frente a nosotros mientras estamos sentado en nuestro hogar con todo debidamente cerrado, esto debido a que no es normal para nosotros estar en frecuencias elevadas donde esto sucede.
Observar la naturaleza permite conectar con nuestra realidad, ella cambia de formas y manifiesta un resplandor que nos maravillaría.
Qué tal que el zumbido del oído se incrementara con tal fuerza que permitiera escuchar hasta los pensamientos del que está en un quinto piso, sería totalmente increíble para las mentes estreñidas, sin embargo, no deja de ser cierto.
Si hiciéramos una distinción entre mirar y observar podríamos decir que la gran mayoría de la humanidad utiliza un uno por ciento de observación ya que solo están acostumbrados a mirar. Al observar debemos ir más allá de tan solo ver algo azul o rojo, redondo o cuadrado, es la capacidad de detallar las manifestaciones con todo su esplendor.
Por otro lado, cuando vemos especies con alguna forma diferente a lo acostumbrado, duplicidad, así como otros cambios “extraños” inmediatamente pensamos como los científicos, es una especie con deformidad, algún tipo de condición o degeneración, etc., qué tal que su especie es así por su tipo de evolución, pueden hasta vivir corto tiempo en esa forma, pero claro a nuestra vista y entendimiento su rareza lo hace diferente y no encaja en lo que conocemos al momento. Nuestra limitada percepción de la vida no permite la diversidad de color, forma, olor, etc. completamente desconocido, inmediatamente saltan los pensamientos de raro, extraño, está mal, pobrecito. Rompan con todo eso para que puedan albergan posibilidades existenciales de vida en diferentes medios.
No conocemos a cabalidad las innumerables razas y especies que habitan este planeta. Todos estamos viviendo en el mismo planeta y aun así no conocemos en su totalidad ni una tercera parte del mismo. El mar es un mundo inmenso que el hombre no ha podido investigar totalmente, en las profundidades existen especies aún desconocidas para nosotros. Es un gran hábitat inimaginable, seres completamente diferentes. Si de la raza humana aún no se han descubierto tribus adentradas en las inmensidades boscosas de lugares impenetrables que se puede decir de la existencia de seres en el mar. Todo es posible, existe aunque lo desconozcamos.
Estamos acostumbrados a etiquetar, a no pensar en posibilidades, juzgas por tamaño, color, forma y olor. Debemos dejarnos fluir con todo lo que existe en la forma que sea, ya que es perfecta para su evolución, todo y todos debemos vivir en armonía plena.
María del C. Marrero
Discípula del V.M. Rafiel
Dirigente del Centro Atómico de la Sabiduría del V.M. Rafiel

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