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Pensamos, sentimos y actuamos en base...

  • María del C. Marrero
  • 20 jul 2017
  • 3 Min. de lectura

El ser humano se ha identificado con el sufrimiento, la decepción, la ira, la nostalgia, la burla, el chisme, las groserías, entre otras que provocan un estado de desgano, ira, llanto y muchas otras más. Esos son trajes que adquirimos e integramos en el cuerpo como reales y no es cierto. Nuestro cuerpo es tan solo un vehículo de expresión del Ser o del ego. Nosotros permitimos que el ego lo maneje a su antojo deteriorándolo de diferentes formas.


Liberarnos de estas ataduras requiere de gran ímpetu para salir de las sombras y la manipulación de las energías densas. Le comentaba a una seguidora de este conocimiento que nosotros estamos identificados completamente con el ego. Pensamos, sentimos y actuamos en base a ellos, nos convertimos en los enojos, los gritos, las pataletas, el mal humor, la queja, el disgusto, la intolerancia, la inconformidad, la arrogancia, el odio, el rencor, las malas palabras, etc. en fin, en todos aquellos agregados psicológicos que hemos emulado de las conductas de nuestros padres, familiares, conocidos, desconocidos y nuestras experiencias.


A este punto debemos comprender que somos una chispa de luz desprendida del Creador, quiere decir que somos amor, bondad, mansedumbre, alegría, tolerancia, gratitud, etc. y vinimos a aprender por medio a las experiencias, pero al identificarnos con el ego quedamos atrapados. Por tanto, de ese círculo de oscuridad se puede salir no por obligación, sino por amor propio, por compromiso con nuestro Real Ser que viene en evolución. Paso a paso se puede ir modificando conductas, lo primero es comenzar a amarnos tal cual somos, olvidar rencores porque por más que queramos perdonar no sé podrá porque la realidad es que no tenemos que perdonar a nadie, debemos reconciliarnos con nosotros mismos porque lo que ocurrió no lo podemos cambiar, sin embargo, en nuestro ahora podemos elegir ser felices a pesar de las circunstancias, es una elección.


En este ahora somos seres humanos, si estás leyendo este conocimiento es porque tienes un gran recorrido y el Ser está impulsándolo a lo próximo para trascender este plano. En el camino hacia las profundidades de nuestro Ser hay que desentrañar el conocimiento de quienes somos y la razón de nuestra existencia.


Nos encontraremos a los sinceros y los manipuladores, a los creyentes y los investigadores, a los buscadores y los discípulos, a los “espirituales” confundidos, a los “espirituales” arrogantes, presumidos y prepotentes, a los “maestros” de técnicas, los maestros de la luz, los iluminados. Debemos aprender a distinguir y pedir a nuestro Ser que nos de claridad para continuar nuestra evolución. Muchas veces nos topamos con enseñanzas de maestros que provocarán en nosotros cambios, cuídese de seguir brincando con otras enseñanzas porque se confundirá en el camino y terminará como un buscador brincando de aquí para allá sin un verdadero norte.


Tomar las riendas de nuestra evolución para trascender este plano requiere de una voluntad férrea, obediencia y humildad. El maestro interno no se manifiesta en un Ser arrogante, prepotente, en fin, lleno de basura existencial, los egos los manipulan utilizando la sabiduría más fina de confusión y falsa realidad. Aun en este ambiente existen niveles y niveles de comprensión. Distinguir un maestro y su sabiduría requiere de liberarnos de esas ataduras para poder permitir que la sabiduría que traen se plasme en nuestro interior y de esta forma conformar en nosotros un verdadero discípulo de la luz.


Ser un discípulo requiere de una comprensión, de una certeza inquebrantable porque nos encontraremos con los espirituales incrédulos, arrogantes, burlones, prepotentes, solitarios, sisañosos, que queran poner en duda los conocimientos, la sabiduría y su maestro.


El discipulado no es una moda, es un estado de consciencia, es un compromiso serio con nuestro Ser, la humanidad y la evolución. Aquí no hay paños tibios, se es o no se es, no podemos escondernos por el que dirán ya que ese concepto es puramente humano. Habrá momentos de no comprensión y juegos visuales del ego para engañarnos. Para comprender esto hay que rendirse ante la realidad de quienes somos y la razón de nuestro existir. Se medirá nuestra obediencia ya que esto dará grados de comprensión y conexión con los seres de elevada sabiduría y nos acercará a nuestro Real Ser. Sin esto lo veremos puramente humano y la confusión nos arropará la comprensión.


Cuidemos nuestro camino hacia las profundidades de nuestro Real Ser, esa es nuestra realidad.


María del C. Marrero


Discípula del V.M. Rafiel Dirigente del Centro Atómico de la Sabiduría del V.M. Rafiel


 
 
 

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