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Aquellos que somos padres...

Aquellos que somos padres no nos podemos encontrar muy lejos de los recuerdos de cuando éramos niños o adolescentes comenzando a experimentar otra etapa muy diferente de la vida. Debemos traer a nuestra memoria aquellos recuerdos de cómo nos trataban nuestros padres y cuáles eran nuestras reacciones a dicho trato, fueran estas positivas o negativas para así aprender de los errores que ellos cometieron y de los nuestros.


No podemos olvidar cómo fue esa experiencia en la juventud en donde uno se encontraba en todo su apogeo buscando nuevas experiencias como lo es la individualidad. Si en esta etapa de la vida de tantos cambios los padres o algún miembro de la familia tiene un comportamiento anticuado y controlador, le hace la vida imposible a sus hijos y/o a otros miembros de la familia, dejándose guiar por viejas creencias, conceptos y conductas aprendidas que sólo crean las más tristes consecuencias; el joven se aleja, se pone rebelde, se levanta en su contra, muchos muchachos se van a buscar problemas en las calles y si es una joven se enamora y se va de la casa con el primero que le haga gracia, todo porque ya no soporta su entorno de hostigamiento en manos de miembros de la familia controladores que no se ajustan a las épocas.


Este comportamiento nocivo es un efectivo repelente que puede guiar a un joven hacia un camino no muy agradable.


Si las personas que se encuentran en esta situación, creando consciente o inconscientemente turbulencias en su hogar lograrán reconocer el gran desasosiego que están generando en su hogar con sus comportamientos y la persecución a los miembros de su familia, ¿modificarían sus actividades? Si tan solo pudieran recordar cómo se siente que le cohíban la libertad a uno, que lo hostiguen y lo acusen injustamente, tal vez no cometieran tantos errores en contra de sus seres queridos, especialmente con aquellos jóvenes que son muy buenas personas con una conciencia diferente y sencilla, o sea, están conscientes de lo bueno, lo malo y sólo están en busca de sus experiencias; las mismas nada ni nadie se las pueden quitar porque son parte de su caminar por este plano humano.


No quiera cargar al hombro por el sendero de la vida a sus hijos ni a ningún otro miembro de su núcleo familiar, su camino es individual, así como nos desprendimos de la conciencia de Dios buscando nuestra individualidad, así mismo llega ese momento en la vida del ser humano en el cual tiene que desprenderse de su familia e ir en busca de su propia individualidad. Muchos adultos los quieren proteger tanto que caen en una obsesión que en vez de ayudar, le amargan la vida al pobre joven, succionándole toda la fuerza de la alegría que trae dicha etapa de la vida de un ser humano.


No somos dueños y señores de la vida que traemos al mundo ni de ningún otro, sólo somos educadores, amigos y guías, no dictadores ni vigilantes. Un joven adulto que ya esté listo para tomar sus propias decisiones y a ver qué pasa, no necesita un controlador que le hostigue día y noche, necesita un amigo@ y un guía que le ayude a tomar decisiones y le hable de las consecuencias de ellas. Pero cómo logramos eso si no reconocemos ni las mismas consecuencias que generamos nosotros mismos.


Esto es un tema que debe de ser comprensible para aquellos que han conocido el camino y que hayan sido guiados por una alta jerarquía, así como también para los que se encuentran en este momento siendo guiados. Ningún maestro de la luz de cualquier época, ve muy bien el comportamiento inconsciente y desmedido de un padre hacia su hijo, especialmente cuando hablamos de aquellos que están o estaban en el camino, ya que un maestro siempre busca lo mejor para la humanidad y eso incluye un entorno feliz, alegre, tranquilo y en armonía.


Los maestros siempre ven a sus discípulos como pequeños niños, como sus hijos, jamás aplaudirán un comportamiento egoíco dirigido hacia algún miembro de la familia.


¿Con qué cara se mira a los ojos a nuestro guía cuando con nuestros actos nos encontramos expandiendo nuestra propia oscuridad interna en toda la periferia de nuestro hogar? ¿Creando desolación y desafortunadas consecuencias que se pagarán con muchos sufrimientos? ¿Qué respeto le tenemos a la continuidad de la vida, a la fuerza de la evolución y a los miembros de nuestro núcleo familiar cuando intentamos cohibirlos de su recorrido por la vida?


Cuando se tiene dicho comportamiento de persecución hacia los miembros de la familia, de control y de injusticias, se atenta en contra del orden divino.


No se puede hacer infeliz a las personas, mucho menos a aquellos que se supone que estemos guiando con amor hacia su independencia. Con la libertad de las personas no se juega, atentando en contra del derecho que por ley divina posee todo ser humano, de su propia individualidad. No se crea ser más fuerte que la fuerza que mueve a todo ser viviente, por más que intentemos mantener a algún miembro de la familia bajo el ala, la evolución siempre lo halará con más fuerza que nosotros. Lo que es, es y siempre será.


No se amargue la vida, recuerde su juventud para que no cometa los mismos errores, enséñele lo bueno y lo malo a sus niños y cuando llegue el momento deséele lo mejor, sea un amigo y un guía siempre esperando con brazos abiertos y amor incondicional.



Zannia Cruz

Discípula del V.M. Rafiel

Dirigente del Centro Atómico de

Sabiduría del V.M. Rafiel


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